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sábado, 8 de octubre de 2011

El triunfo de la nada o casi nada la que se nos viene encima

La concordia que viene:
para salir corriendo sin mirar atrás.
El PP va camino de pasar a la historia como el partido más votado de la moderna democracia española a base de proponer...nada. Efectivamente, Rajoy, el genio de la inmovilidad y el dejar hacer; el hombre que ha consagrado su vida al más clamoroso de los silencios, ha logrado cerrar la convención programática más importante antes de las elecciones sin hacer ni una sola propuesta concreta y proclamando una intención: gobernar desde la concordia. (Titulares de El Mundo de hoy, por si alguien quiere comprobar.)
El PP es una jaula de panteras con ganas de romper los barrotes del 20-N y merendarse a media humanidad, pero Rajoy promete concordia, esa que se olvidará de las vergonzosas declaraciones de Aznar sobre ETA y el gobierno; o la que dulcificará la cadena perpetua del jeta de Trillo; o el entreguismo de Cospedal y Aguirre a la Iglesia más rancia y conservadora de los Legionarios de Cristo y el Opus que señorea Valencia; Rajoy hará de la concordia la nueva regidora de la política.
Teniendo en cuenta que Zapatero abanderaba el talante, que este se refugie en la concordia me acojona bastante; que me da a mi la sensación que la pretendida llamada a la concordia se dirige más hacia dentro de su casa que hacia el patio exterior. El PP es una rebatiña de ideas fascistoides que, bajo las señas de una falsa “libertad”, pretenden que todos volvamos a los antiguos rediles en los que las huelgas eran conspiraciones judeo masónicas, el sexo algo sucio, Dios estaba en casa de todos - aunque comía y cenaba sólo en las de algunos - y España era Una, Grande y Libre y las muñecas vestían de azul mientras las vidas habitaban el gris.
Vienen estos chicos azules vestidos con aquél azul más oscuro escondido en las meninges; vienen convencidos de ser, como decía Camps hace poco, españoles de verdad; como si la españolidad volviera a dar, por sí misma, carta de naturaleza a una derecha rancia y oxidada que vemos gustarse en Intereconomía, en la carísima TV 13 de Rouco y en la reserva espiritual mesetaria en la que se ha convertido Telemadrid.
El 20-N va a cambiar, casi seguro, el mapa parlamentario de este país y sinceramente: cada vez me apetece menos quedarme aquí para ver las consecuencias. Hay que empezar a buscar destinos y trabajar fuera de España, que entre la brillante gestión del que sale y lo que ofrece el entrante, lo mejor es aprender otra esperanza y escapar de tanta caspa.

2 comentarios:

  1. Algo que nunca he entendido, es el porquè la derecha puede estar metida en casos de corrupciòn y otras hierbas y les siguen votando, en cambio a los de la izquierda (entre comillas)rapidamente se les castiga, de verdad que esto me desanima, espero que el 2ON nos equivoquemos y no se cumpla la profecìa del PP. Fdo. Claudia Iraola

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  2. Creo que en este caso a la izquierda no se les castiga por los casos de corrupción que también los tiene como los del PP, se les castiga por la pésima gestión realizada en los años de gobierno, por negar una crisis que se está cobrando el estado del bienestar, por lo casi 5 millones de parados que hoy hay y por muchas más cosas. Las corrupciones no entienden de derechas ni de izquierdas, el corrupto lo és y será siempre independientemente de sus ideas políticas.

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