Una piensa la otra muerde.
Hace falta ser mal bicho, de verdad.
Entrada corta y furibunda como corresponde a la desvergüenza que nos ha escupido a la cara la ínclita Lucía Figar, excelsa Consejera de Educación de la CAM que, tras fusilar al amanecer a cuantos profesores interinos se le han puesto por delante, afloja la bolsa para que los colegios concertados y privados puedan llevarse a los hijos de sus amigos, no a los otros, de formativas excursiones al Valle de los Caídos; por ejemplo.
Como la cosa es tan obvia, tan impresentable, tan de dimitir al amanecer, que poco más se puede decir, salvo que el lobo no ha perdido el pelo de la dehesa y enseña los dientes crecido ante la llegada de la manada. El PP viene con hambre atrasada y sus más encendidos cachorros ya sacan del silencio las medidas acordes con su ideología: Cospedal experimenta éxtasis, esperemos que místicos y no de los otros, en el Corpus Toledano; Esperanza deja que la tal Lucía se ciegue con esos profesores que quieren defender la enseñanza pública y Rajoy comprueba que las encuestas le bendicen.
Me parece que lo llevamos claro, pero claro, claro.
Me parece que lo llevamos claro, pero claro, claro.
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