La Iglesia le echa morro y se apropia de lo que tiene a mano gracias al pasteleo del Estado.
Los "perseguidos" se siguen forrando.
El senado rechaza modificar la ley hipotecaria de manera que la Iglesia podrá seguir actuando como fedatario público a la hora de catalogar terrenos y bienes inmuebles, las famosas inmatriculaciones.
La Constitución, en el tercer párrafo del artículo 16 nos dice que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”
¿Qué quiere decir eso? Que alguien miente: o la Constitución o la ley hipotecaria, así que veamos las bases de la cosa. Cuando se acepta que un cargo de la Iglesia inmatricule un inmueble en el registro de la propiedad, lo que se reconoce es el carácter de este cargo como funcionario público, o lo que es lo mismo: que el cuerpo de cargos eclesiásticos forma parte del aparato estatal y por ende, la propia Iglesia ostenta la legitimidad de la función pública. Vamos, que a efectos de la ley hipotecaria, la Iglesia si forma parte del estado español y eso, señores, es darle una colleja a la constitución se mire como se mire.
Y todo esto pasa sin que nos hayamos puesto a investigar el morrazo de los señores párrocos a la hora de reclamar para si tierras comunales, casas de maestros, bosques públicos etc etc etc, que casos ha habido para dar y tomar.
España sigue contaminada por esta Iglesia sempiterna, rancia, quejosa y mendaz hasta las trancas, maldición que se perpetúa por generaciones sin fin. “¿Quosque tándem ecclesia abutere patientia nostra?” Y eso que se dicen perseguidos, hay que joderse.
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