Estos deberían darnos clases a todos los europeos, que falta nos hace.
La cuenca minera se levanta y eso quiere decir que todavía hay esperanza, que hay genes que se mantienen sanos y que le dicen al poder que verdes las han segado, que ellos no tragan y que somos lo que luchamos, ni más ni menos. La esperanza se ha dejado fotografiar lanzando cohetes de júbilo en la zona de Campomanes, donde siempre se ha sabido que los barrenos sirven para bastantes más cosas de las que explica el manual de instrucciones.
A algunos, que son muchos estos días, esta foto les parecerá un mensaje de Satanás, pero a mi me ha emocionado y me ha gustado, me ha recordado canciones que aprendí en el despertar de mis inquietudes políticas que hablaban del Pozo María Luisa y del grisú que explotaba bajo los barcos del Cantábrico.
Para mi la mina es eso y mucho más, tanto como un amigo y maestro muerto a consecuencia de la avaricia sin medida de aquellos que buscaban las últimas ganancias a costa de cualquier precio, incluido el precio de la vida.
Mi amigo Berto, si es que puede, estará hoy detrás de sus compañeros prendiendo la mecha de todos y cada uno de los voladores que vuelen buscando al enemigo; al mismo enemigo de siempre que no se acuerda de la dignidad del trabajo, ni de las familias de los que luchan, ni de su padre, que jamás lo conocieron.
Si en cada casa hubiera un par de cajas de voladores, una tubería hueca y un poco más de coraje, Europa se pondría las pilas cagando melodías.
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