Bonobos dedicados a mejorar la convivencia grupal.
La secuenciación del genoma del Bonobo ha saltado a los diarios y ahora lo único que se dice de esta especie es que folla mucho y pelea poco, lo que nos lleva a buscar en los genes el destino biológico que nos ayude a implantar tan saludable práctica entre nosotros.
Fueron los estudiantes californianos de la universidad de Berkeley los que intuyeron las divertidas lecciones de la vida del Bonobo y nos lanzaron ese “haz el amor y no la guerra” que luego Desmond Morris, en su libro el Mono Desnudo, elevó a estudios antropológicos de las diversas funciones del sexo, tales como la disminución del estrés y la ansiedad, el incremento de la autoestima, la mejora de las habilidades sociales y un largo etcétera que podemos resumir en cualquiera de las populares aseveraciones afirmativas sobre la importancia de ir bien follado por la vida.
A ver si cunde el ejemplo y la razón se impone, de manera que en estas turbulentas épocas, al igual que hacen los Bonobos en caso de alteración de la convivencia del grupo, cuando nos sintamos estresados, acosados por los recortes y a punto de engrosar las filas del paro, podamos, por lo menos, echarnos unos polvos y que la sonrisa vuelva a las calles y las plazas en las que una población angustiada y parada podrá, por lo menos, presumir de una excitante, variada y placentera actividad sexual con muchos de los miembros de una especie empobrecida pero feliz.
¡Hay que joderse lo listos que son estos monos!
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