Hay que ponerse en marcha y el primer paso es decir NO.
Estamos sometidos a una tortura calculada y medida, una tortura que quiere hacernos pensar que no hay salida, que lo que ahora llega lo hace para quedarse en nuestras vidas para siempre y yo digo que no, que tenemos la obligación de hacer que otra sociedad sea posible.
No podemos dar por buenas las razones que argumentan esta estafa como la consecuencia de una culpa colectiva que es falsa: los ciudadanos han actuado movidos y motivados por corporaciones multinacionales que han ganado inmensas cantidades de dinero y cuyos directivos han delinquido sin miedo al castigo y sabiéndose impunes. Con la miseria que han dejado detrás han aumentado sus patrimonios y la clase política europea se ha comportado como una rebaño de dóciles borregos asustados y cómplices.
Otra vía es posible y esa vía empieza por decir no, no a muchas de las cosas que quieren imponernos, no a unos políticos entregados a sus privilegios –tal como está la realidad laboral, todos ellos deben considerarse privilegiados- que les hacen cerrar filas en un corporativismo culpable.
No, no podemos seguir pensando que el sistema funciona y nos defiende, el sistema nos ha abandonado y busca alimentarse de la sangre que deberían proteger y hay que exigir salidas, alternativas y medidas que defiendan un modelo de sociedad europea alejado del esclavismo orientalista al que quieren someternos.
Simplemente, empecemos a decir NO y las cosas empezarán a cambiar y el primer NO hay que dirigirlo hacia la actitud derrotista que se ha adueñado de las conversaciones: hay que luchar por la esperanza y desterrar el derrotismo y eso sólo depende de nosotros mismos.
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