¿Que decirle a tu vecino cuando prefiere negarte el trabajo y montarse una juerga a cambio?
Los hechos vergonzosos hay que tratarlos con naturalidad y con rigor, justamente para que la vergüenza sea reconocible, corregida y evitada a futuro, de manera que voy a tratar de no caer en la tentación de ser demasiado histriónico con lo acaecido en esos tres pueblos de cuyo nombre no quiero acordarme. El resultado es conocido, de manera que no me extiendo, pero lo que conllevan esos hechos es de una gravedad social espeluznante.
No hablo ya del retraso y del horror de las vaquillas y los toros, hablo de lo que implica que una mayoría social prefiera su propio disfrute antes que el mínimo apoyo que puede significar un reparto de trabajo por tan módica cantidad como al ofrecida.
Una mayoría de los vecinos de esas pedanías han preferido volverles la espalda a sus vecinos y pedirle al alcalde que se olvide de los que están en paro para gastarse la pasta en jolgorios, sean éstos del carácter que sean.
Lo que de verdad no imagino es el cuajo que hay que tener para decirle a la cara a uno de esos parados con los que se encuentran todos los días que han sido ellos, que ellos mismos, cada uno de ellos, ha preferido ignorar su angustia y la posibilidad de ayudar a cambio de un rato de juerga. No es que el hombre sea un lobo para el hombre, no: es que el mundo está lleno de hijos de puta.
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