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sábado, 27 de febrero de 2010

EL BUDISMO Y LA VEJEZ

Paseando con los perros 11 de Octubre

Siddhartha era sabio y entendió que la base de la felicidad completa, el nirvana espiritual en el que nada logra turbarnos ni alterar la calma de nuestra comprensión del universo, se basa en la ausencia de deseo. El que nada desea nada necesita, nada le ata ni le condiciona. Si no deseas, no tienes ataduras con el mundo. La pobreza nos altera porque deseamos evitarla, bien para nosotros o bien para los demás, pero nos obliga a movernos para hacer, deseamos “hacer”. Esa necesidad de hacer es motivada y generada por el deseo de alterar el curso de los acontecimientos; nos implicamos, nos “alteramos”, perdemos el equilibrio de la inacción, de la falta de voluntad de cambiar.

Yo creo que el Buda entendió el mensaje que la vida encierra en la vejez. La vejez nos prepara para la nada, para nuestro verdadero destino. Las religiones se oponen a esa verdad, a esa realidad de la que nadie vuelve para darnos la noticia de que hay algo y de que ese algo es así. No, la verdad se esconde en la vejez. Al final de la vida, cuando la nada se acerca, la vida nos enseña a convivir con la nada. No hay acción porque nuestro cuerpo no es capaz de accionarse; no hay pensamiento porque nuestro cerebro se ha despedido; no hay espiritualidad porque nuestro cuerpo se ha refugiado en la más pura animalidad; en la subsistencia que nos iguala al mejillón: la mera transformación de la materia en mínima energía. No hay verdad más completa que esa vejez desvalida e inconsciente; esa vejez que encierra la inmensidad de la nada, del no tiempo y del no espacio que aguarda tras la puerta que se abre al final de todo.

No sé si esto es mejor o peor que otras cosas y otras alternativas, pero si me preguntan estoy más cerca de entender que la vida eterna es más maldición que otra cosa. Al ¿Perros, queréis vivir eternamente? Yo contesto, sin dudar, que no, que ni de coña. La vida eterna, si no me dan más datos, me aterroriza mucho más que la nada. Primero: estoy hasta el gorro de convivir conmigo mismo y mis miserias. Segundo: Seguir con la misma historia, me parece aburrido. Tercero: La contemplación mística de Dios y la inacción completa, pinta aburridillo. Como diría un amigo, es que yo soy más de follar, pero bueno. Pasarme eones enteros contemplando a un fulano… pues eso, que no es que me motive especialmente. Si me dieran a elegir, si hay algo que me apetece bastante, pero no con la categoría de eterno, que siempre se me antoja excesiva, me apetece la comprensión completa. Conocer y ser consciente de los grandes misterios de la física, de nuestra razón de ser (si es que la hay, y si no la hay y somos, como creo, otros bichos pelín más listos, ser consciente de esa verdad), saber, pero SABER con mayúsculas y por un espacio de tiempo no muy largo para luego desvanecerme sin demasiados agobios, me parece un buen destino para el ser humano.

La otra alternativa, la que de verdad sería chula, se basa en la capacidad de elección completa: quiero que el futuro sea así, que yo pueda hacer esto, que mi vida sea así. Ya que nos hemos chupado un periodo de aprendizaje en esta vida, que por lo menos nos sirviera para hacer una segunda versión completamente satisfactoria y sin los errores derivados de la novatada, que por cierto: como novatada se hace larga, joder.

3 comentarios:

  1. Cuando uno se acerca a este final que describes y del que me siento cerca, lo único que importa es la serenidad, saber vivir este tiempo sin prisa y sin pausa. Tener conciencia de que estamos aquí por algo y para algo y pensar que volveremos al mismo sitio de donde vinimos.

    27-02-2010 a.m.

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  2. Me gustó lo que dijiste, aunque con lo que realmente me siento identificada es "...me apetece la comprensión completa. Conocer y ser consciente de los grandes misterios de la física, de nuestra razón de ser (si es que la hay, y si no la hay y somos, como creo, otros bichos pelín más listos, ser consciente de esa verdad), saber, pero SABER con mayúsculas y por un espacio de tiempo no muy largo para luego desvanecerme sin demasiados agobios, me parece un buen destino para el ser humano".

    A mí también me apetece... Pero si no, da igual. Pero lo que más me apetece es marcharme de este mundo hacia la nada, no le temo a la nada, pero no sé cómo hacerlo con dignidad y sin dolor físico. Aunque amo a muchas personas, nada me encadena, siento que ya viví lo que tenía que vivir, además de que no me gusta mucho el mundo.

    Gracias por tu comentario

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  3. Lamento revivir este articulo dos años después de su creación ...
    Pero he visto una incongruencia que no puedo evitar destacar.

    Supongo que con el principio del texto hiciste un copia/pega de algún lugar del que hablaban de budismo y el resto del articulo es simplemente tu opinión. Entonces aquí se ha creado una controversia, en la que hablas en un principio de una felicidad austera y que no necesita ni requiere nada, y a la que sigues diciendo que te gustaría vivir o crear un mundo tal y como tu quieres ... ¿para que? ¿para ser feliz? ¿te das cuenta de que hablas de dos caminos opuestos hacia esa felicidad?

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