La figura lo expresa bien: nos va a exprimir.
Estoy instalado en el silencio político; un silencio tan espeso que algunos amigos me tildan de acomodado y colaboracionista, pero nada más lejos de la verdad. Simplemente me he resignado a buscar aspectos positivos dentro de una realidad que me espeluzna. Ya he comentado que tienen derecho y legitimidad para gobernar y tomar esas medidas que, más o menos, todos anticipábamos.
No se si ese derecho se extiende a la “cola del cometa” y a los “daños colaterales”, que en ese campo las medidas son mucho más discutibles dado que lo que se quiere enterrar no obliga sino que facilita o permite actuaciones y eliminar libertad siempre es muy discutible. Curioso ese liberalismo que solo mira el dinero sin tener en cuenta la esencia de la libertad individual. Perversiones del lenguaje que acaban calando.
¿Qué me huelo detrás de todo esto? Muy sencillo: la marea que viene nos quiere convertir en consumidores y clientes de servicios que antes prestaba el estado. La cosa es sencilla: hay que hacer negocio con nosotros y a costa de nuestra vida, de nuestro trabajo y de lo que sea, que para lo único que nos quieren es para pagar sus negocios. Agua, salud, educación, actividades militares (ya hay precedentes), comunicación y todo lo que pueda ser susceptible de generar beneficio, a costa de lo que sea, debe ser entregado atado de pies y manos en el altar del liberalismo.
Somos simple carne de mercado a costa de nuestra condición de ciudadanos. Volvemos a ser súbditos de un rey distinto: El dinero. La historia no sólo avanza de forma lineal: también cierra círculos viciosos.
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