¿ Dónde está el límite de este tipo de gente?
Ese es el problema: no lo encuentran nunca.
En España ya hay inculpada una monja acusada de sustraer un bebé para dárselo a otra pareja en adopción alimentando un comercio siniestro y en Holanda se empieza a sustentar un proceso contra la Iglesia acusada de castrar –si, castrar, se ha leído bien –a homosexuales para evitarles el “vicio nefando”.
En el primer caso, se trataba de evitar que una pareja indigna, roja o simplemente pobre, criara un hijo cuando otra pareja, digna, creyente y posiblemente acomodada, se viera privada de engordar el rebaño del señor con un nuevo y sumiso cordero.
No puedo imaginar la clase de basura que llena la cabeza y el corazón de estos monstruos vesánicos para llegar a poner en marcha estos procesos de limpieza social absolutamente vergonzosa y propia de las mejores hazañas de las SS Hitlerianas.
No puedo imaginar esas mentalidades, pero si puedo identificar el origen de sus desviaciones y de sus excesos: la mayor gloria de dios, la pureza social, el triunfo de los justos o cualquier otra letanía vacía, absurda y grandilocuente.
Una vez más la religión envenena el alma de los idiotas para hacerles creer que son instrumentos de los designios divinos y que sus actos serán recompensados con la gloria eterna y la estática visión del altísimo.
No se cuantos horrores más nos esperan en el futuro, pero de verdad espero que no s esupere el horror de esta putrefacción mental y espiritual: tiene que haber un límite hasta para la perversión mística, digo yo.
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