Curioso tiempo que tanta influencia tiene en nosotros
Curioso ese elemento que adquiere propiedades casi físicas y tangibles según nuestra edad y nuestro estado de ánimo interactúan con él. El tiempo es el invisible eje inmóvil de nuestra vida; ese punto quieto en el medio de la rueda sin el que nada es posible pero que se manifiesta según un patrón imprevisible.
Nace el tiempo con nosotros y es perezoso; se arrastra indolente y lento para estirar los días hasta el infinito percibido de un verano eterno y caluroso, el mismo verano que ahora nos parece apenas un suspiro entre la ilusión y la decepción de una vida que pretendimos larga y plena y se nos escurrió flaca y escasa entre los dedos.
Vivo el tiempo enrollado a mi ánimo a veces ligero y a veces pesado como un ancla que me retiene y me fija a una condena que rechazo. Quiero un tiempo pleno de que me eleve y me deje precipitarme en lo profundo de mis emociones y sentimientos, pero rechazo este tiempo anodino que hace que los días me esperen con el mismo uniforme de cotidianeidad anticipada.
Nuestra sociedad ama al tiempo y se deja seducir por su presencia y su disfrute pausado, ajeno a la emoción de una pasión vital que consuma su ración de tiempo apretada por ansias de plenitud. Hemos apostado por la muerte lenta y no por la fiera explosión de lo sublime; nos da miedo la intensidad de un tiempo corto plenamente vivido.
Aborrezco de ese tiempo pacato y anodino y añoro la luminosa y breve existencia de la pólvora y la bengala que hacen posible una realidad efímera, única, plena y bella; enormemente bella y llena de pasión.
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