¿Quien les cierra el chiringuito?
Ellos no recortan, siguen defraudando
El fútbol español vive soportado por muchas mentiras, concretamente más de 752 millones de mentiras y muchos otros millones de milongas contadas a la Seguridad Social. Tienen razón –tenemos razón- los que clamamos por el fin de esta desvergüenza tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, tal es el caso de Uli Hoeness (o como se escriba).
Mientras todos nos tenemos que enroscar el cinturón hasta la asfixia, el fútbol, al que nadie se atreve a meter en cintura, hace y deshace, especula en operaciones inmobiliarias por encima, debajo o al margen de la ley y debe lo que no está escrito sin que ese fraude sea perseguido.
Por algo así, la Agencia Tributaria hace, normalmente, salchichas al más pintado, pero amigo: cuando se trata de echar el cierre al Madrid, al Barsa o al Tomelloso, eso ya es otra cuestión y el cascabel duerme en el cajón sin que haya huevos para coger al gato y hacer lo que hay que hacer.
Pagan –o prometen sin pagar –lo que se les antoja, compiten desvirtuando las reglas de la competición y en lugar de castigo obtienen el premio del ascenso, de las competiciones europeas mientras los rivales que cumplen con la ley y con los presupuestos, se quedan con cara de idiotas viendo como el chorizo, que no paga lo que debe pagar, ha fichado a los que le meten los goles que ellos no estafan.
Los clubs españoles deberían tener prohibido aparecer por Europa mientras no estén al corriente de todos sus pagos legales y no sólo de las deudas entre ellos. ¿A que sería divertido? Pues es tan grave que ni uno sólo podría defender eso que llaman el “honor patrio” si no llevaran puesto el antifaz de ladrones. ¿Es eso honorable?
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