Bueno, pues yo he cambiado las paredes por la pantalla.
Ayer, 3 de Mayo, fue el día mundial de la libertad de prensa; exacto, esa que no existe y que algunos echamos de menos como una imperiosa necesidad. La libertad de prensa necesita un dinero que es enemigo de la libertad y amante de la rentabilidad. Los medios que hoy conocemos son negocios que explotan un mercado ideológico concreto: los consumidores-lectores-espectadores-oyentes de derechas, los de izquierdas, religiosos militantes y demás fauna que se alimenta de lo que cada segmento quiere entender como realidad.
Es curioso que todos pensemos que la realidad es una cuando la experiencia demuestra que la realidad es algo particular que viene determinada por las creencias de cada cual, capaces de ignorar la realidad que no se acomoda a la creencia particular. Probar que una idea es equivocada no significa que el propietario de la idea equivocada la abandone, ni mucho menos: se busca otra realidad acorde y a seguir funcionando, con dos cojones.
En España no tenemos información desde hace años, tenemos opinión impresa y publicada; quieren que salgamos de casa peinados y pensados, que eso de tener al personal pensando por su cuenta es mal negocio. Además, vaya usted a saber qué peregrinas ideas se le pueden ocurrir a cada cual.
El primer requisito de la libertad es la independencia económica y la prensa no la tiene: depende de accionistas interesados en algo más que la rentabilidad. Su deseo es influir en la sociedad a favor e una ideología determinada. Los anunciantes son lo que son, interesados en las audiencias sin entrar demasiado en el contenido, de manera que los medios buscan el número, la masa, la audiencia a costa de lo que sea, incluida la escurridiza verdad.
No se a quien debemos la frase famosa de que “la primera víctima de la guerra es la verdad”, pero cambiando algunos términos, podemos decir que la primera víctima de la globalización de los mercados ha sido la prensa libre y la libertad de prensa, que ya dijo el genial Camilo José Cela en el Senado que “no es lo mismo estar jodido, que estar jodiendo”.
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