Hay nervios en el rebaño político y alguno de los habituales en los palcos del morro ha decidido escaquearse y no hacer frente a la previsible pitada de la Copa del Rey. Sólo serán pitos: nada de piedras ni otro tipo de proyectiles. Pitos, silbidos, ruido contra lo que cada uno quiera que ese ruido signifique.
Personalmente, entiendo que se quiera salvaguardar el símbolo en el sagrario del estado, pero ese símbolo, esos símbolos -himno y corona – tienen y mantienen una historia muy definida y muy concreta; historia que les ha llevado a salir de ese sagrario y habitar el lumpen con frecuencia.
Felipe se va a llevar la pitada colectiva con la que la gente le va a dar a entender que lo que está pasando con su familia, incluido él mismo, ha agotado lealtades y paciencias y que todo debe cambiar de forma rápida y completa.
En cuanto al himno, el pueblo es soberano y de voluntad voluble y volátil, de manera que debemos aceptar que los actuales ciudadanos de esas dos comunidades tengan un criterio político distinto del que tuvieron padres y abuelos, aquellos que refrendaron la constitución del 78. Ejercicio de libertad democrática se llama la figura.
Eso si: todos con tapones en los oídos, que me imagino que los pacatos responsables del evento tienen pensado un despliegue de decibelios que intenten tapar el ruido con más ruido.
Y por cierto, a ver si San Mamés se concentra y hace lo que tiene que hacer.
Creo que la pitada poco o nada tiene que ver con la crítica a la familia real, en la anterior final de la copa que coincidieron ambos equipos se produjo una situación similar y la valoración de la misma familia era otra bien distinta. Creo que esta más ligada a una expresión de independentismo aprovechando un evento deportivo. Mezclar deporte y política no es bueno, no son los mismos foros para cosas distintas. Para terminar, si estos aficionados tanto repudian a los símbolos constitucionales del estado español, podrían evitarse sumarse al espectáculo o pedir a sus equipos que en ese rechazo no participaran en la competición. Seguro que el ganador termina celebrando y presumiendo del éxito deportivo sin acordarse del Rey y toda su familia.
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