Por culpa de un amigo que me manda un muy interesante comentario sobre algunos aspectos del deporte sobre los que se reflexiona poco, vuelvo a meterme con el tema por, creo, segunda vez en este blog. Si la primera vez hablaba obre la percepción general que existe en la sociedad sobre el deporte de élite y las drogas que mejoran los rendimientos, hoy me gustaría hablar sobre lo que significa el deporte de élite y lo mal que comunicado que está en España.
España vive un momento deportivo absolutamente impensable para los que ahora somos cincuentones. Crecimos viendo como el mundo nos pasaba por encima en todos los deportes salvo el hockey sobre patines, sobre hierba y…poco más. De ese desierto empezaron a surgir gigantes que, en solitario, lograron metas imposibles: Manolo Santana, Andrés Gimeno y Orantes en tenis,, Severiano Ballesteros en golf, deporte absolutamente minoritario en España; de las calles de los polígonos industriales salieron los Ricardo Tormo, Aspar y el dios Nieto, con 12+1 campeonatos mundiales, que de haber tenido una marca realmente sensata en España, hubieran podido ser algunos más.
Hoy en día, las Selecciones Nacionales de casi todos los deportes de equipo son consideradas entre las 5 mejores del mundo, con la excepción del Rugby y creo que ninguna más, pero es que también hay deportistas que compiten d forma individual logando éxitos en todos los deportes y categorías. ¿Y? ¿Para qué ha servido todo eso? Para encumbrar a una prensa deportiva deleznable que sólo nos habla de las idioteces del fútbol, el peor escaparate para la realidad del deporte, y de las miserias y escándalos del resto de los deportes.
Se permiten marcar los niveles de éxito y fracaso sin tener ni la más remota idea de la realidad del deporte; de los esfuerzos, sacrificios y penalidades que deben pasar TODOS LOS QUE LO INTENTAN; consigan o no consigan medallas olímpicas o campeonatos del mundo.
Mi amigo se queja de la consideración y retribución que recibe el número 150 del ranking de la ATP y tiene razón, pero esa queja es válida para el atletismo, un universo infernal de trabajo baldío, y para casi todos los deportes individuales que no son el Golf, paraíso económico que habita lo exclusivo.
Estamos de acuerdo en que es malo que no obtengan dinero, pero lo indignante es que, además, la prensa deportiva, la que tenía que apoyar esas ordalías personales de trabajo, sudor, esfuerzo y disciplina, las desprecian y ningunean fortaleciendo un status de poder sobre el deportista completamente injusto.
Yo he oído a un comentarista de RTVE decir que un finalista olímpico de los cien metros “era malo”, el diario Marca titulaba “SOLO PLATA” cuando la selección de baloncesto quedaba segunda de un Europeo y se permiten decir que Carlos Sainz, ídolo consagrado en todo el mundo con un palmarés espectacular, es gafe.
Este país no es consciente del patrimonio moral que aportan sus deportistas, los campeones y los que se esfuerzan en lograrlo y no lo consiguen, los ningunean y se los arrojan de carnaza a unos periodistas frustrados, pelotas, habitualmente incultos y siempre, siempre, injustos. Tan injustos como lo soy yo en este momento, con toda probabilidad.
Los españoles llevamos años siendo medalla de oro en todos los deportes, entedemos de todo y por lo tanto criticamos. Lástima que nuestras medallas sean virtuales y sólo hacemos deporte a través de la televisión.El esfuerzo, el sacrificio, el dolor, la frustración, la entrega, la satisfacción son palabras que ni entendemos ni nos importan
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