Bienvenido a mi blog.

Por favor, participa, deja tu comentario y marca si te ha gustado o no.
Muchas gracias por tu tiempo y tu atención.

miércoles, 17 de marzo de 2010

La Ley Andaluza de Vida Digna hasta el final

17 de Marzo



Los titulares de los diarios no dirán lo mismo que digo yo en el de esta entrada. Según su orientación hablaran de muerte digna, de eutanasia encubierta, de asesinato legal etc. Lo que yo creo es que la naturaleza ha resuelto la vida, busca la vida, persigue la vida de forma magistral, pero es indiferente a la muerte y a sus distintas formas.
Para la naturaleza la muerte es algo marginal; es aportación de proteínas, reciclaje de componentes, pura industria, así que no le interesa. A la naturaleza le es igual que te coma un león o que tus tripas se deshagan lentamente: la máquina que sirve a tus genes deja de ser importante una vez cumplida la función.
Somos machos de mantis devorados por la pervivencia de nuestros genes: si dejamos descendencia, si hemos sido capaces de perpetuar a su majestad el gen, el cómo pasemos al otro lado a la naturaleza le importa poco.
Todo sirve a la vida y la muerte es intrascendente; tan intrascendente como lo es el individuo para la especie: nuestra muerte nos importa a nosotros; nuestro dolor nos duele a nosotros; nuestra degeneración nos humilla a nosotros y nuestra muerte, en muchos casos, atenta contra nuestra propia idea de dignidad sin afectar ni al gen ni a la especie.
Soy de los pocos que entienden que el ser humano es, por su naturaleza y por la coherencia de sus ideas, libérrimo en cuanto a la elección de los métodos con los que defender su dignidad. La “dignitas” es un concepto antiguo e impalpable; tremendamente personal. Lo que para unos es aberrante, para otros es glorioso, pero hay un concepto común a todos: el esfuerzo personal que supone mantener la integridad de la propia “dignitas” en el momento de la verdad.
Apurar el sufrimiento hasta el final no es ciento por ciento positivo si aceptamos la posibilidad de que ese agotamiento, esa inercia, responda más a la cobardía por tomar el mando y dar el salto, que al valor de afrontar el sufrimiento y fortalecer el espíritu hasta el heroísmo.
¿Cuántos héroes y cuantos cobardes han compartido el mismo proceso? ¿Cuántos de los que han hecho el mismo camino lo han elegido de forma consciente, libre y comprometida? La respuesta a esas preguntas es tan personal, tan íntima; tiene tanto que ver con la verdadera naturaleza, posición y opción de cada uno, que no creo que haya respuestas universales. Lo que sí creo es que el individuo debe ser libre de optar por lo que considere más coherente y adecuado a su planteamiento vital.
No creo que sea bueno negarle a un ser querido lo que no le negamos a nuestros perros o gatos: exigimos de nuestros iguales que renuncien a su libertad personal en el momento más exigente; justo cuando la vida nos pide dar el máximo de nosotros y demostrarnos, a nosotros mismos, la validez de nuestras creencias. La sociedad nos negaba la posibilidad de elegir libremente la forma en la que realzar el mutis, nos trataba como niños en el momento en el que toda nuestra vida afrontaba el desafío final y nos quitaba las herramientas necesarias para ejercer nuestra opción.
Creo que un suicidio consciente que reafirme nuestra identidad y dignidad; un suicidio rebelde del que dice, claramente, que no quiere jugar un papel ignominioso en su despedida es tan moral, tan ejemplar, como la postura del que, de verdad, asume que el final conlleva todo el catálogo de desgracias.
En mi caso, y asumo la parte cambiante de la visión actual en este punto de mi vida, declaro que no me da la gana de aceptar nada, y digo nada, que implique renunciar a mi propia dignidad, a mi autoestima (escasa, pero autoestima) y a mi naturaleza humana, esa que me permite ser consciente de mi final, de mi vida y de mi propia muerte como un acto libre, egoísta y elevado.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en que la dignidad del ser humano es algo que pertenece a su vids y a su muert.
    En cómo ha transcurrido su trayectoria y en cómo se siente capaz de enfrentarse, precisamente con dignidad, a su fin.
    18 de Abril de 2010 a.m.

    ResponderEliminar