12 de Marzo
Desde primera hora de la mañana se ha extendido el rumor de que Miguel Delibes ha fallecido. Debo ser de los pocos que, aferrado a los hechos y a la verdad de la historia, niega que esa macabra historia pueda ser cierta. Veamos los hechos:
Miguel Delibes es autor de un inmenso número de magníficas novelas. (El que dude de la inmensidad de su número, que trate de escribir una novela, solo una, aunque sea mala. Luego mire esa larga lista y sus dudas se habrán disipado.) Miguel Delibes se ha comprometido a poner su nombre a un premio de periodismo y ha firmado su compromiso por muchos años, sin darle importancia al paso del tiempo.
Lo único cierto de toda la historia con la que los medios nos bombardean a lo largo del día es que, como siempre, muy educado, ha excusado su presencia en las sesiones de la Real Academia de la Lengua que, como se desarrollan en Madrid, se ha rendido a la tentación de no abandonar Valladolid con demasiada frecuencia. Cosas de la edad.
Miguel Delibes no ha muerto y sigo describiendo los hechos de una manera objetiva y desapasionada: el castellano también mantiene su contrato de interdependencia con Miguel Delibes y nos confirma que no se ha producido ningún incumplimiento de parte. Es más: el mismo castellano nos ha manifestado que suele evacuar frecuentes consultas con el autor cuando le entran dudas sobre el uso de ciertos términos ya poco habituales.
Delibes vive todavía y vivirá mientras haya un sólo humano que hable castellano; y digo castellano y no español, de forma habitual, como homenaje particular a este escritor y no como concesión política a las periferias. Todos los que alguna vez hemos envidiado sus párrafos; la limpia estructura de su frases, la extensión de su léxico y su oportunidad al usarlo, sabemos, con absoluta certeza, que Delibes no ha muerto.
Delibes se consagró en el Olimpo de los inmortales hace años y lo habitará “in aeternum”, pues alguien que ha llevado de la mano a tanta gente por los campos y las tierras de Castilla, siempre encontrará otra mano a la que guiar hacia la sombra de una nogala donde contarle de la vida de la perdiz roja; del adiestramiento del perro y donde pasar las horas recordando una tierra en la que el hombre y los campos se hacían compañía sin pelearse.
Hoy, los cortos vuelos de la perdiz son más altos, como si quisieran acompañar hacia arriba al que más las quiso y los perros hacen una muestra extraña: parados sobre las dos patas buscan los altos vientos de un espíritu que habitará, por siempre, los arados campos de una tierra que era suya.
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Mucho mejor pensar que la muerte de Miguel Delibes es un rumor. De todas formas, los escritores no mueren, siempre nos quedan sus libros que podemos releer sin cansarnos y disfrutar con ellos. En el caso de Delibes sus libros deberían ser lectura obligatoria en los institutos, sería el mejor tributo para un gran escritor
ResponderEliminarRecordaré siempre la emoción del primeer libro de Delibes que leí. "El Hereje" Después de haber leído una serie de novelas tontas empecé a leer a Delibes y me pareció estar viviendo su relato. Ningún otro escritos me ha conmovido tanto. Cada frase es un canto al verdadero idioma que tan mal tratamos.
ResponderEliminar13-03-2010 a.m.Descansará en la misma paz que vivió.
Dicen que las palabras se las lleva el viento, es completamente falso cuando todas ellas se convierten en palabras escritas, concatenadas, que dan sentido a una frase, a un párrafo, a un relato, a un libro. Delibes nos ha dejado una herencia universal, que perdurará siglos y siglos, ha dejado una inmensa prosa del mejor castellano posible, gracias a él siempre existirá en el mundo una excelente muestra de esta maravillosa lengua.
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