13 de Marzo
Un documental espeluznante de Canal Historia me hiela el alma y me llena los ojos de horror. Se trata de la primera parte de un trabajo que se llama Operación Cóndor, la coordinación de las dictaduras militares de BRASIL, CHILE, BOLIVIA, ARGENTINA, URUGUAY y PARAGUAY para perseguir, detener, torturar y matar a los izquierdistas detenidos en cualquiera de estos países; siempre con el silencio cómplice de la CIA y aplicando los manuales militares de la Escuela de las Américas.
Años después nos hemos ido enterando, rozando apenas el espanto, de lo que estos asesinos hicieron; de la dominación forzada de la población; del silencio impuesto a las familias y al final, la pesadilla de las adopciones de los hijos de las detenidas por parte de los mismos que habían violado, torturado y matado a sus madres.
Hay equivocaciones –y los movimientos izquierdistas de la época tuvieron muchas en forma de asesinatos, medio -guerrillas y demás – pero cuando el estado, perdón el Estado, así con mayúsculas, se pone en marcha, aplica poder y método, capacidad y recursos a subvertir las normas mínimas de convivencia, el horror lo sobrepasa todo. Al igual que sucedió en la Alemania nazi o en la Rusia de Stalin, la enorme capacidad del sistema aplicada sobre el individuo sólo puede acabar de una manera: con el aplastamiento del individuo, pero el tránsito es terreno para el desarrollo de los peores ejemplos de crueldad, sadismo y degeneración del espíritu humano.
Años después hemos conocido casos inconcebibles que ningún ser humano normal puede siquiera imaginar. Curas que daban la extrema unción a narcotizados prisioneros que iban a ser tirados al mar desde aviones, violaciones de adolescentes, torturas y picanas cuyos efectos, todavía hoy, marcan los cuerpos con espantosas cicatrices y cuyo dolor se perpetúa para evitar el olvido.
Es un espanto de tal magnitud que los que no lo vivimos no podemos ni siquiera imaginar. He conocido algún caso personalmente y su ejemplo es tan enorme que no parece humano. Son gente que, a pesar de conocer el infierno y haber transitado sus caminos y más profundos valles, son capaces de mirar a la vida de frente y sonreír y vivir, y remontarse y mantener el recuerdo de aquellos que se quedaron en la noche y no volvieron del espanto.
A todos esos héroes, a todas esas vidas perdidas y a las recuperadas por la memoria de los compañeros, gracias; por vuestro ejemplo, por vuestra fuerza y por ser capaces de seguir amando. Sinceramente, creo que es la mejor venganza que se puede ejercer sobre aquellos que intentaron matar vuestras vidas, vuestros recuerdos y enterrar el inmenso amor por los amigos bajo la ignominia del olvido.
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Yo por suerte también he conocido algún caso. Impecable el artículo, preciso el análisis y sentidas las conclusiones. Pienso como tú. Un abrazo. Perico
ResponderEliminarSoy otra de las que ha sobrevivido al espanto. Mi fuerza radica en el recuerdo de los seres queridos que murieron. Son viencias que no se pueden transmitir porque son penosamente íntimas.
ResponderEliminarJusto , preciso y muy bueno tu artículo. También me gusta porque dejas al descubierto tus sentimientos.
8 de Abril de 2010. a.m.