Este día, aniversario de la proclamación de la segunda república, me parece tan bueno como cualquier otro para comentar lo que está sucediendo en torno al juez Garzón con toda la tranquilidad del mundo; esa que suele faltar a la hora de acercarse a los aconteceres diarios. El personaje –él mismo se ha encargado, con tesón, de convertirse en personaje – no me gusta demasiado, pues parto de la base de que un juez, así, en genérico y global, cuanto más desconocido sea, mejor; pero persona o personaje, cada cual elija, pertenece al colectivo general y hay que atenderlo, que la actualidad manda.
La primera pregunta debe investigar la causa por la que es procesado y justo en ese punto es donde comprobamos que nadie centra el debate en si la causa del procesamiento es adecuada, tiene sentido o es cuestionable técnicamente. Y la causa del procesamiento no tiene nada que ver con la bondad o maldad de la dictadura; los muertos de las cunetas o la posibilidad de abrir fosas en tal o cual localidad. Hasta donde he podido averiguar –la prensa de este país es lo que es – la razón fundamental de que se haya admitido el inicio y seguimiento del proceso es que este juez se declaró competente en una causa que no se lo permitía. Ojo, que la cosa se dirige a un punto complicado que atañe al funcionamiento de las distintas jurisdicciones, niveles de encausamiento y competencia de tribunales, de forma que con toda modestia admito que no tengo conocimientos procesales para determinar si la cosa responde o no a lo bien hecho en términos jurídicos.
Los otros matices y opiniones, los que no requieren acertar a la pregunta sobre lo legal de la cuestión, dan mucho más juego y me temo que en este terreno tampoco es que yo me vaya a partir la cara por él. Creo que su carrera, y al ser tan pública es fácil seguir el resultado de sus casos más notorios, es un compendio de causas mal instruidas que dan lugar a procesos y sentencias que se colocan en un nivel muy inferior al ruido mediático conseguido por el protagonista. Es un juez que se ha juzgado a sí mismo imparcial cuando le ha tocado (o ha buscado) instruir causas judiciales contra los que fueron compañeros de partido, responsabilidad y ministerio; y lo ha hecho sin que se le alterara el tupé, el sueño o el auto. No cuesta demasiado entender que, si te llega una causa contra el que fue tu vecino de despacho, lo normal es que te retires con educación del caso por simpatía, conocimiento o animadversión, que lo lógico es que alguna opinión tengas sobre el fulano al que vas a encausar. Vamos, que no te lo acaban de presentar, ni mucho menos.
En cuanto a su repercusión y prestigio exterior, entiendo y me parece –posiblemente de manera injusta y así lo admito – que parece un juego bien urdido para usar de la causa tanto como la causa usó de él. Efectivamente, Pinochet estuvo varado en Londres, pero esos meses inflaron el ego del juez y su prestigio de una forma un tanto artificial. Entiendo que en España los problemas de la administración de justicia son muchos y variados, los recursos limitados y que el esfuerzo primordial debería estar enfocado hacia otro punto muy distante de los focos y cámaras de televisión.
El resumen, por no alargarme, es que este juez me parece demasiado conocido; demasiado orientado al estrellato mediático y muy dado al personalismo, características, todas ellas, muy ajenas al perfil con el que identifico a la figura de juez.
Por cierto: a los fascistas de falange y compañía, ni agua; pero ni agua cumpliendo el sistema como les obligan a cumplir el sistema a los de Herri Batasuna. Que yo sepa, estos chicos no condenan la violencia, pues de entrada, aplauden el llamado alzamiento, acto de suprema violencia contra el estado. Pues eso, que vayan condenando o que les cierren el chiringo, que estaría divertido.
Coincido plenamente, Garzón quiere ser una estrella mediática y lo consiguió fácilmente cuando se metía con las injusticias de otros países. Ahora entiendo por qué se metió con Pinochet cuando tenía tanto para escarbar en su vecindario. Le gusta el elogio, pero no le gusta que lo enjuicien a él. Los europeos no son afectos a revolver sus inmundicias y la Guerra Española las tuvo en ambos bandos. Es más lindo y políticamente correcto, mirar las inmundicias latinoamericanas ahora que ya no hay dictadores y los que sobreviven son unos ancianos patéticos que no le meten miedo a nadie. ¡Duro con ellos que ya no se pueden defender! Sin duda que fueron bestias, pero en latinoamérica las bestias de dos colores se soltaron cuando Europa aprendió el costo de una guerra librada en sus territorios.
ResponderEliminarCeo que Garzó ha hechos csas buenas y se ha eqivocado en otras.
ResponderEliminarMi opinión es que debemos dejar descansar en paz a los muertos. No les devuelve la vida ni borra nuestro dolor cambar de lugar sus cenizas.
15 de Abril de 2010 a.m.
La verdad es que este tema me resulta bastante poco atractivo,estoy mas que cansada de la calaña politicia de este pais..Todos tienen que callar,pero hubieron unos que ya pagaron sus desmanes en su momento.El tema que me parece mas gracioso,es que como siempre,los corruptos de ahora,en vez de ser expulsados como senadores,diputados,siguen chupando del bote,pese a lo que tienen encima..O sea se lo siguen llevando por la geta,aparte de lo que se han llevado unos,bodas otros,y reuniones de Becerril.Lo mas increible es que sus dirigentes en vez de tomar cartas en el asunto,emplean lo de siempre,el "y tu mas..".
ResponderEliminarPero bueno,como veis Garzon me aburre,la politizacion que se esta haciendo de su causa,pero aun asi,creo que hay temas mas importantes actualmente que Su Señoria.
SAludos de LaReina