San Jordi media en los debates sobre China y encarga su día con una explosión de luces y efectos especiales que ya, ayer, anunciaba que la primavera se está viniendo arriba y gustándose en la faena. Todo el cielo es una sesión continua de nubes de todas formas y colores: las gordas y algodonosas blancas que en cuanto se oscurecen amenazan tormenta, las más bajas que traen ese agua que pasa fugaz, como pidiendo perdón por estropear el día y que tan bonito lo hacen; el sol entrando y saliendo y los prados reventando de flores y tiñendo los lejanos cerros de amarillo cerrado.
Teníamos ganas de que llegara y ha llegado en todo su añorado esplendor, de forma que la espera ha valido la pena. Ya se que luego vendrán las alergias, el polen de los chopos flotando por todos lados y el campo se llenará de cardos y pinchos que los perros se enredarán en las patas. Vale, que si, pero es que está tan bonito que merece la pena comentarlo. Además, bastantes desgracias tenemos ya como para no aprovechar los regalos que nos caen del cielo. Tampoco hay que ser tan cenizo.
Con estos días se le van a uno las ganas de hablar de los chinos –ya seguiremos, Fer – de la caspa imperante en la política nacional y alegrare del estreno de una película-documental, el más caro de la historia, cuya calidad le ha hecho atreverse a las salas comerciales: Océanos. Me parece fenomenal que el conocimiento se instale en el lugar de la diversión y que Chuck Norris tenga que pelearse para hacer taquilla y no para que le dejen apalear negros, que es lo que está pidiendo últimamente.
Debajo de estas nubes maravillosas pasa el supremo y su cacería de Garzón, pasa la política y sus mezquindades llenas de sorpresas y de nuevos descubrimientos: en dos patadas, se descubrirá que Franco era, en realidad, un franciscano que no tuvo más remedio que llevarle el café a los de la Junta de Burgos y claro, mientras pasaba por allí, le nombraron Caudillísimo, que todo se acaba sabiendo por mucho que se empeñen en ocultarlo.
Hace poco escribía sobre mi comida con dos ex – convictos que construyeron su amistad al amparo de los sólidos muros de la 5ª Galería de la prisión de Carabanchel antiguo Spa en el que los rojillos del PC iban a recuperarse del stress que les causaba el empeño, vano, de querer celebrar elecciones generales o que los sindicatos se echaran una siesta para perder la verticalidad. ¿Qué estarán estudiando sobre el franquismo los chavales que se sientan las aulas de esos colegios que tanto gustan a Esperanza – los chicos con los chicos y las chicas con los chicas – y a los que tantas subvenciones da para que puedan seguir segregando aulas y escayolando mentalidades? Pues cualquier cosa, me temo que todo argumento debe estar al servicio de la necesidad del “glorioso alzamiento”; sin matices.
En fin, disfrutemos de la belleza de la primavera, que como nos liemos con la política, la cosa acabará tan mezquina como siempre. A disfrutar del fin de semana y de esta explosión de colores y luces que, aunque parezca mentira, es gratis.