Esperanza encabeza el discurso de la normalidad. ¡Muy bien!
Esperanza Aguirre anuncia que tiene un cáncer de mama y que se retira una temporadita de la vida pública para someterse a una operación. Dos o tres semanas y como nueva, cosa de nada.Pienso en varias cosas al hilo de la noticia, pero la primera es el valor ejemplarizante de esta declaración de normalidad que coloca al cáncer en la futura lista de enfermedades tratables, curables y de pronóstico razonablemente malo. Los médicos han ido segando el terreno de diferentes “generales de la muerte” y el cáncer tiene los lustros contados, que tampoco hay que volverse imbécil del todo.
Hace poco más de un siglo, la tuberculosis campaba a sus anchas dejando un inmenso rastro de dolor, muerte y frustración: ella tuvo un periodo de gloria y su mando al frente de las huestes negras se recuerda con verdadero espanto. Antes que ella, la cabeza estaba en disputa, pero el hacinamiento, el hambre, la miseria y la debilidad de una población, explotada en condiciones infrahumanas, ayudaron de manera definitiva para que ella tomara el mando.
A mediados del Siglo XX, conforme la población aumentaba su esperanza de vida, cambiaba de hábitos alimenticios y de condiciones generales, el mando de ese ejército de destrucción pasó a manos del cáncer, enfermedad de la que no hablaba, enfermedad casi vergonzante que era sinónimo de muerte lenta, larga y, generalmente, dolorosa. Todavía hoy se habla, en algunos partes de fallecimiento y notas de prensa de “una larga enfermedad”, que lo de decir cáncer está vetado.
Pocas veces estoy y pocas veces estaré, de acuerdo con Esperanza, pero hoy si, hoy tengo que felicitar ese ejercicio de valentía, normalidad y sensatez a la hora de decir que, como si fuera una intervención de menisco, tiene que pasar por el quirófano para algo de “chapa y pintura”. Mucha gente se sentirá tranquila, muchas mujeres se darán cuenta de que es normal, de que no pasa nada, que se puede tratar y que lo importante, lo más importante, es que hacerse las revisiones para que la cosa no vaya a más. Con lo que no estoy tan de acuerdo es con esa parafernalia de frases de condolencia que, lejos de quedarse en la normalidad de su anuncio, colocan a la paciente poco menos que en la antesala del infierno. Creo que lo mejor sería tratar la cosa con la misma normalidad que ella la trata y además: por si había alguna duda de que ganaría las elecciones a Tomás Gómez, con este desplante torero al destino, se las ha cargado todas. Es hábil hasta para eso.
Suerte con la cosa y a seguir molestando, que he dicho muchas veces que a los rivales hay que ganarlos, no esperar a que se mueran ellos solos. Aquí estaremos esperando que nos vuelva a dar motivos para la discrepancia, que será un placer seguir en la bronca.
Creo que ya va siendo normal que las personas hablen con naturalidad de sus enfermedades y tambien me parece lo más lógico y razonable puesto que están ahí y, afortunadamente, tenemos acceso a los medios necesarios para combatirlas.
ResponderEliminarUna persona luchadora como Esperanza merece seguir provocando. !Animo !
a.m.