Gratis

Como las sensaciones no caben, no hay comentario en las fotos.

Hay momentos de plenitud, belleza, exaltación de los sentimientos y felicidad casi completa que, curiosamente, sólo necesitan que nuestra mente esté abierta para recibirlos sin prejuicios, sin condicionamientos previos; momentos en los que la belleza se limita a manifestarse con toda su plenitud y nos deja en estado de éxtasis siempre que hayamos cumplido el pacto de dejarnos seducir por ella.

Estamos inmersos en una vorágine de modernidad, marcas, modas, productos en los que se ha invertido una cantidad inmensa de dinero y que pretenden impactar nuestros sentidos y generar emociones. Somos el objetivo pasivo de todas esas inversiones, quieren nuestro dinero y nos prometen todo tipo de recompensas, mundos infinitos de distinción, exclusividad, diseño cuidado y estudiado y, sin embargo, todos esos esfuerzos humanos ni siquiera pueden acercarse a lo que la naturaleza nos ofrece de forma gratuita.

Está cerca, al alcance de la mano, no nos pide nada, es mutable, preciosa, distinta, diferente, única y es gratis, completamente gratis. Sentarse a mirar un árbol, ascender por un camino nevado notando el esfuerzo y el frío en la cara; dejarse sorprender por una luna que ilumina una pista nevada por la que nos deslizamos sobre amables esquíes: es la naturaleza la que se nos ofrece para que nosotros aprendamos a dejarnos llevar de su mano y sentir emociones que sólo ella, diva segura de su encanto, puede ofrecernos.

Este fin de semana, entre la noche del sábado y la mañana del domingo, mi capacidad de procesar sensaciones, belleza, emoción y magia se ha topado con su límite: como Stendhal, he caído víctima de su síndrome, de su desmayo, de una especie de vértigo emocional que, espero, se prolongue en la prolongación de mi hija que ayer dejó que la luna, el bosque, la luz y la emoción entraran, a la vez y dando empujones, en su propio mundo de recuerdos y emociones. Que lo disfrute y comparta.