Equo

¿Una alternativa para el futuro inmediato?

Molesta, seguro: un buen valor.

¿Será, de verdad, el momento de consolidar una vía alternativa, un camino diferente que eluda la sumisión establecida por “la única vía posible”? Equo parece trabajar, o posicionarse, en ese espacio que, asumiendo ciertos parámetros imposibles de eliminar de nuestro mundo, pretende evitar lo que, de no cambiarse, tendrá consecuencias irreversibles, catastróficas y, lo que es peor, absolutamente inmorales.

Me gusta de Equo esa mezcla de sensatez e idealismo; esa consciencia de que lo que pretende es muy complicado y que se basa, primero, en que nosotros, todos, lo queramos: luego vienen los políticos y sus medidas, que sólo serán posibles si un cuerpo social informado y sensible, las recibe como propias, molestas y adecuadas para lograr los objetivos. Me atrae esa parte de disciplina soñadora que obliga a moverse, a posicionarse, a asumir contradicciones e imperfecciones en el camino de lo mejor, de lo adecuado y lo necesario.

Hace mese que este blog da vueltas en torno a la idea de dejadez, de desidia y acomodamiento que ha permitido que se asienten, como verdades universales, planteamientos que rechazo por completo. No me creo que haya, nunca la ha habido, una sola alternativa para salir de esta crisis; no me creo que estemos condenados a asumir un crecimiento absurdo y reptiliano que nos condena a crecer o a morir a costa de cualquier cosa; no me creo que el actual nivel de conocimiento científico no ofrezca alternativas tecnológicas sostenibles, viables y con un buen balance ecológico. Lo que sí me creo es que cueste cambiar el paso del modelo económico de la especulación a la riqueza real; de los juegos bursátiles a los objetos reales; de la nada a la presencia física de aquello por lo que se apuesta e invierte.

Me gusta la aceptación de las propias contradicciones; de la imperfección de la conducta individual que, desde un origen y unas bases que nunca pensaron en la necesidad de hacer las cosas de otra manera a la ofrecida como “normal”, “moderna” y “lógica”, interioriza esa imprescindibilidad e inicia el camino para lograrlo. Por supuesto que a Uralde le dirán que se sube en un coche, que come productos “no ecológicos” (lo primero que se podría hacer es definir ese “producto ecológico” y no asumir lo que Carrefour y compañía nos quieran colocar como tal), pero eso, en contra de lo que piensan los que primero atacarán la cosa, no me parece un fallo, sino un valor fundamental.

La necesidad de hacer algo, y hacerlo de forma distinta es enorme, imperiosa e inevitable: aprender a llevar este nuevo paradigma al terreno de lo práctico y de lo concreto, un reto diario que puede dar sentido y objetivo a muchas de nuestras tensiones internas y a esa permanente insatisfacción de saber que hay que hacer algo y no saber cómo hacerlo. Bienvenido Equo y sus limitaciones, contradicciones y aprendizajes. Es posible que ese camino de humilde adquisición del método, encuentre un destino mejor para todos.