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jueves, 17 de febrero de 2011

Revolución

El corredor de la revolución que tanta ilusión, y tanto miedo, genera.

El camino de la humanidad, aquella vieja senda que según nos dicen permitió al hombre abandonar su cuna africana, se haya envuelta en la revolución, en la batalla por la dignidad que para unos será el preludio de la libertad y para otros, abrirá las puertas de la teocracia más radical.
¿Repasamos la lista de todos los que abren la actualidad internacional? Irak, Bahrein, Yemen, Emiratos varios,Arabia Saudí, Siria, Jordania, Palestina (o lo que de ella quede vivo), Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos. Todos los dictadores, reyes o caciques de esos feudos medievales, han sido bendecidos, privilegiados, protegidos y sostenidos por un occidente que ahora, pide a sus pobladores la calma y comedimiento de la democracia parlamentaria. Hace años que nadie se preocupa de los argelinos o de los egipcios, condenados a sostener un gobierno corrupto y un turismo altivo, pero esos revolucionarios nos dan el ejemplo de mantener limpia la plaza en la que se consagraron sus héroes, muertos ante la represión consentida hasta hace días.
Detrás de estos movimientos ciudadanos parece que se encuentra la gente normal, no los encabezan los perros del Corán ni los partidos más religiosos, algo que tranquiliza de entada, pero yo sigo pensando que hay que volcarse con esos países para que evolucionen hacia un modelo social abierto, que desarrolle riqueza, que abandone la corrupción y, sobre todo, que se aleje del peligro de los ayatolás. Esa es la verdadera amenaza: que todo acabe al servicio de una “sharía” no deseada que se vaya imponiendo de forma insidiosa.
Los revolucionarios sociales son niños de pecho comparados con los revolucionarios religiosos, que esos no se paran a considerar nada. Para ellos vale todo: la revuelta, el fuego, la explosión y el suicidio al servicio de un caos que hará surgir la luz del profeta. Cuidado con dejarlos de la mano que la cagamos y eso podemos pagarlo muy caro.
En Europa estamos viendo el modelo crecer y asentarse sobre la marginación, el rechazo y la pobreza. Francia tiene revueltas de argelinos que siguen siendo argelinos tras tres generaciones en París, lo cual da idea de que algo no chuta. Tres generaciones, donde sea, es una era, es la permeabilidad más absoluta y la integración total. Si eso no es así, todos se lo tienen que hacer mirar. En ese caldo de cultivo medra la religión como refugio frente al ataque exterior; la religión les une frente al poderoso que los desprecia y en la religión consiguen anidar el odio y hacer crecer el deseo de venganza.
La miseria es mala consejera para todo; la desesperación, la mejor energía para la lucha y el desprecio, el mejor motor de la venganza. Desde Irak hasta Marruecos la marea del hombre avanza en pos de la justicia, la libertad y la esperanza. Es bonito, pero también es débil, muy débil esa marea para derruir las escolleras que la religión, la corrupción y la fuerza levantan frente a ella.
Un día, esa zona fue el camino para la expansión del hombre y sería bonito que hoy, miles de años más tarde, fuera, otra vez, un camino de esperanza para que la libertad nos siga los pasos. Que dejen el Corán en las mezquitas y consigan poner constituciones en los parlamentos libres, que entonces, todos, viviremos mejor.

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