No tiene nada que ver con las elecciones, pero como la canción me gusta mucho, pues la pongo, hala.
Hoy he dedicado mi día a un sincero y genuino ejercicio de juego limpio felicitando conocidos de los que se su inclinación por la derecha. Es curioso, pero todos iniciaban la charla comedidos y con timidez, pero al cabo de un rato, cuando yo les decía que era lógico y normal que estuvieran contentos, ya se relajaban y admitían su alegría. Lo normal, digo yo, que para eso han ganado.
Ya llegará el día de poder mirar cifras y comparar, pero hay mucho de cálculo matemático y ley D´Ont en el nuevo plano político, lo cual no cambia nada, solo aporta visiones curiosas. El PP, que ha vapuleado al PSOE dándole un palizón de los de toma pana y moja, ha conseguido ese enorme triunfo con tan solo 593.405 votos más que en las últimas elecciones. Vamos, que los que estaban siguen estando pero nuevos, pocos; incluso demasiado pocos. ¿De dónde salen, entonces, 32 diputados más? Pues del enorme galletazo del PSOE, que se ah convertido en cantera de todos los triunfos restantes al perder la friolera de más de cuatro millones de votos. Concretamente, 4.285.319, que son un porrón de ellos. Conclusión: la derecha forma y la izquierda no acaba de dejarse seducir por el PP aunque, como es el caso, quiera castigar al PSOE y mandarle un claro mensaje de "ponte las pilas, que no nos gustas".
Y poco más, aunque para terminar este día del juego limpio, dos anotaciones:
La primera para el Sr. Rajoy: es miserable recordar públicamente la necesidad del ya ofrecido "traspaso de poder limpio" cuando el Sr. Aznar, en uno de los actos más sucios, miserables y rastreros de la historia democrática de este país, se gastó 12.00 eurazos en dejar los discos duros de todos los sistemas informáticos de La Moncloa como un solar: limpios del todo en un trabajo encargado y pagado con nuestros impuestos. Como siempre ha demostrado el interfecto, muy propio de su condición moral.
Segundo: yo sí voy a dar cien días de silencio y espera para ver que pasa y tener paciencia; justo esa que no tienen los suyos para reclamar de todo y nada especialmente bueno. Cada vez tengo más claro que, casi seguro, se va entender mejor con los otros, con los "rojeras" sensatos y capaces de dialogar y negociar, que con los suyos, que van de un "pasao" que asusta.
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