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martes, 29 de noviembre de 2011

¡Tú la llevas!

¿Cuanta ciencia hace falta para comprobar lo obvio? El mundo cambia y nosotros preguntamos si son galgos o podencos.
Cuando éramos pequeños jugábamos a Tula gritando el famoso "tú la llevas" como si con el golpe de la mano pudiéramos transmitir una maldición mortal al portador de las obligaciones del juego. Ayer, en Durban, nuestros mayores inauguraban una nueva cumbre mundial del clima marcada por el mismo juego: jugar a Tula para ver qué país o que acción quedan malditas para siempre en los papeles, que ni se imaginan que lo que acuerden se vaya a llevar a la práctica.
He escrito varias veces que a estas alturas del juego la cosa no debería centrarse en discutir si el hombre tiene o no tiene la culpa, sino que deberíamos centrarnos en saber qué hacer cuando lleguen las consecuencias de lo que se puede observar a simple vista.
El retroceso de los glaciares dejará sin agua cuencas enteras de India y China amenazando a millones de seres con sequías y tierras estériles. Alguien se estará planteando vender grano más caro - es un hecho - y la posibilidad de reciclar petroleros para transportar agua dulce, que todo llegará, pero mi pregunta ahora es otra: ¿Quien la lleva?
De la misma manera que en el juego había que identificar al maldito, ahora deberíamos saber quién es el que va a tener que afrontar las consecuencias de la juerga y pagar la factura. Mi generación se irá de la casa común de puntillas y avergonzada por no haber sabido defender avances sociales y modelos de justicia, pero además, deberemos afrontar el juicio histórico de nuestra desidia a la hora de cuidar del planeta.
No contentos con llenar de mierda nuestra sociedad, hemos dejado el mundo convertido en un muladar infecto en el que el equilibrio se ha destruido. Como idiotas enloquecidos hemos jugado con las cosas que no hay que jugar y, sencillamente, la hemos cagado. ¿Quien la lleva? Fácil: nuestros hijos y nietos sabrán que la culpa es nuestra y no podremos ni decirles que hicimos lo que pudimos porque no hicimos nada. Una vergüenza más en nuestro completo historial.

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