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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Seis años por una vida

Aviso a los sensibles: es espantoso, pero sucede a diario con miles y miles de niñas.
Hay que parar esta tortura consentida.
La audiencia provincial de Teruel ha condenado al padre de una niña gambiana a la que se le practicó la ablación del clítoris a seis años de cárcel. La Audiencia estima que seis años es suficiente intercambio para compensar una vida de cercenada, un cuerpo inerte y una salvajada atroz. El género oscuro sigue en la sumisión y en el desprecio una vida más, una nia más, un horror más.
El machismo que emana esta condena es espeluznante. A la madre, también implicada en el maltrato y la salvajada, le caen dos años por la aplicación de un eximente de "ignorancia", como si tal crueldad pudiera ser ignorada. ¿Se aplicaría la misma pena a la castración o a la emasculación de un varón? ¿Cómo se valora la sexualidad femenina en los tribunales españoles? Inexistente, simplemente.
El sexo de la mujer ha sido un arcano desconocido siempre y casi desconocido desde hace muy poquito, de manera que no aparece en las tablas de compensación; ni está presente en la vida cotidiana, ni está al mismo nivel de liberalidad en el trato y en la ejecución ni...ni tantas otras cosas. El hombre, y digo el hombre, no el ser humano, ha investigado como loco para arreglar los problemas de la disfunción eréctil y lo ha conseguido, que eso de demostrar una buena erección mola mucho, pero de la sexualidad femenina y sus carencias, patologías y problemas no se sabe un carajo, con perdón.
El estereotipo de la menopausia se concentra en el abanico de la pobre acalorada que no sabe cómo eludir esa tortura, pero del resto de sus consecuencias cero, y ojo, que ellas también son un poco culpables por "sufrirlo en silencio", como las hemorroides. La presión social, la vergüenza y la falta de terapeutas sensibilizados con el problema han conseguido que, una vez, la sexualidad y los problemas de la naturaleza femenina, habiten el rincón del silencio.
La mujer debe empezar a mandar mensajes claros y la sociedad debe escucharlos sin tardanza, además de mantener todo el peso de la ley sobre esos animales que se hacen llamar padres a los que habría que privar de la patria potestad por malos tratos. ¿O es que una vagina es menos que un brazo? Pues eso: ni una broma.

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