Efectivamente: con él todo es posible, incluido el desastre más absoluto.
Para que mis amigos del PP y de la derecha no digan que no reparto en todas direcciones, hoy me voy a centrar en poner verde a un personaje que, desde mi punto de vista, sería patético si no fuera por su capacidad para contaminar y hacer daño. Me refiero a Tomás Gómez, alias el Invictus, el mismo que tuvo la petulancia, el descaro y la osadía de intitularse como tal en las enormes pancartas que puso en la fachada de la FSM de Madrid.
El ex alcalde de Parla se ha creído que todo el monte es orégano y ensoberbecido por su victoria frente al aparato del partido ahora amenaza con montar un tiberio de los de toma pan y moja. El Sr. Gómez se ha olvidado de que algún día empató algo y sus últimos resultados son dignos de una dimisión honrosa y un digno mutis por el foro. Simplemente, Espe y sus chicos lo han corrido a gorrazos y lo han sacado a pelotazos del campo.
Cualquiera que después de protagonizar tanto desastre quiera hacer más daño debe ser calificado de cáncer, lacra, rémora, bichejo y necio, que al final es lo que este señor nos demuestra ser elección tras elección. A casita y no molestes, rico.
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