No es exactamente la época tratada, pero muchos de los de mi edad han viso esa Casa de Fieras tal cual aparece en el video
Por si alguien tiene curiosidad por conocer el dato, nací en el año de 1958, información necesaria a la hora de situar los siguientes comentarios en el justo momento histórico y evitar confusiones. La idea de poner color a una década parte de un comentario surgido en torno a la semanal comida de amigos y que se refería a los recuerdos acumulados en torno a la niñez del grupo (todos de la misma edad o muy similar): todo se basaba en grises, blancos y negros. La verdad es que todos hablábamos de lo mismo, con el neurótico matiz de uno que huye de cualquier maximalismo, incluido el de los colores y que le obligó a rechazar la expresión "una España en blanco y negro" por radical.
Lo curioso del caso es que al color se sumó la temperatura con el acuerdo general: frío. Es impresionante que tres personas a la vez recuerden su infancia en tonos de gris y marcada por un ambiente frío de cielos grises que se quedó grabado en nuestro recuerdo.
Y es que España, ahora que estamos en crisis, vivía en una enorme crisis que contagiaba todo y a todos. Nos movíamos en masas de escolares formados al ritmo de músicas extrañas que llegaban desde la megafonía y que dominaban los ruidos de un recreo con miles de voces. Las filas se deslizaban entre vientos fríos y orejas rojas expuestas al lanzamiento de pelotillas y zurdazos asesinos camino de unas aulas calentadas mediante la calefacción animal. Los que formábamos parte de grupos Scouts salíamos equipados con una ropa infame y unas botas de lona con impermeabilidad nula, de manera que el frío de unos pies mojados nos perseguía casi desde el primer minuto de la marcha. Eso por no hablar de sacos o tiendas de campaña cuya integridad rozaba lo milagroso.
Era la década de los 60, esa en la que el país se entregó a los tecnócratas del OPUS y al Seat 600, verdadera carraca de la que hoy, no sé bien la razón, algunos hablan maravillas. Se deben haber olvidado de su precio escandaloso, de sus averías y calentones y de otras maravillas como la correa del ventilador y las juntas de culata. Cosas del tiempo que parece mitigar los malos recuerdos y centrarse en lo que se pueda.
Bueno, pues a esos recuerdos de frío y de color, se fueron añadiendo las tediosas Semanas Santas, el recuerdo de oscuras confesiones y misas - no diré que negras por sus connotaciones, pero casi - eternas que había que paecer de forma obligatoria y cuya asistencia se demoraba hasta la más horrorosa: la del domingo a las siete de tarde, momento en el que se entregaba la cuchara y se rendía la plaza para entregarse a la plúmbea amonestación del pesado de turno .
En fin, que cada cual repase sus vivencias y los que encuentren colores en la década de los 60, que los disfruten, que nuestro grupo de amigos se lo envidiará oportunamente.
No, no había colores en esa época. Pero afortunadamente el daltonismo duró poco para los de nuestra generación. El cambio de régimen nos pilló muy jóvenes y el tránsito hacia la democracia lo tomamos con toda la ilusión del mundo. Con veinti pocos años vivimos intensamente el día y la noche con absoluta libertad (¿ya nadie se acuerda de la movida?)No me gusta recordar ese tiempo gris, gélido y brumoso, pero de aquello ¡¡hace tanto tiempo!! Más vale ni tratar de explicarle a los jóvenes que los lunes no había periódico, ni falta que hacía para entretenerse: en la Casa de Fieras del Retiro había un mono con el culo pelado que se parecía al Caudillo. Me quedo con eso.
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