Cuando el mundo se pone torcido, lo mejor es dejarlo estar y refugiarse en la introspección, los pensamientos positivos y en lo que cada uno asuma como tabla de salvación pero, si además del mundo también el espíritu se pone chulo y se suma a las agresiones terrenales, la cosa se pone chunga.
Viene esto a cuento de una escritito que llega a mi mail del Cardenal Carles que no soporta dejar en paz a los no creyentes, a los ateos y demás hijos perdidos de la Iglesia. Vamos, que encima de aguantar a Montoro amnistiando a los chorizos fiscales para subirnos el IVA al resto de los paganos - de los de pagar, no de los de creer – y demás lindezas en el trato dispensado por el previsible Rajoy, ahora los ateos nos vamos a convertir en el blanco de los predicadores aficionados que buscan hacer méritos.
No contentos con habernos amargado la adolescencia –la niñez la doy por perdida – con sus idioteces y negaciones de la más mínima lógica con amenazas, expulsiones de clase, suspensos colectivos etc, ahora quieren que les aguantemos el tostón de sus estupideces y a eso ya me niego en redondo.
Tuvieron su oportunidad y la perdieron a pesar de tener el árbitro – Franco – a favor así que ahora, cuando uno ya es mayorcito y ha perdido hasta las canas en favor de una muy digna calvicie, les pueden dar pomada. Vayan con sus cánticos, vírgenes y resucitados a escardar cebollinos y guarden sus gozos y sus sombras para los pardillos que todavía sean capaces de tragarse esas monsergas. Afortunadamente, la libertad sirve para muchas cosas y una de las mejores es que se puede pensar sin mordazas.
Hala, a esparragar!!!
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