360 grados de las dos Castillas desde la cima de Peñalara
La Sierra de Guadarrama tiene un señor feudal que domina a otros caballeros menores, una corte medieval que mira hacia arriba a ese “primus inter pares” elevado sobre las dos mesetas a las que vigila desde siempre. Peña Lara alberga una laguna, un circo glaciar y unas cuestas magníficas que ponen a prueba más las ganas que las patas; pone a prueba la cabeza de aquellos que desde Cotos, como origen más habitual de las ascensiones, se empeñan en llegar a la cumbre de sus 2.428 metros tras casi seis kilómetros de paseo.
Este pico engaña, se deja acariciar primero a través de un dulce camino sombreado por pinos y cuestas que engañan, pero al poco el cielo se abre y la ladera se desnuda para dejar a la vista un camino raso que se va elevando de forma sostenida durante más de 600 metros hasta la cima, que nos recibe en un último tramo que pide más ganas.
Y además, se está convirtiendo en un lugar de rituales paganos particulares, un lugar en el que pensar en aquellos que pasaron primero y me enseñaron lo que ahora se y disfruto y para disfrutar el simple hecho de poder compartir con los que quiero y me quieren cosas simples llenas de buenas razones para ser vividas.
En fin, hoy se ha cerrado la temporada de montaña con dos horitas y media de ritual compartido y que amenaza con convertirse en una ceremonia anual. A descansar y hasta la temporada que viene, que tendrá que ser mejor y más exigente, que hay ganas.
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