¿Se comerá el turrón en el banco azul?
Aznar acecha...
El mundo del fútbol resume su crueldad en una frase que los aficionados usan cuando no están contentos con el entrenador: “Éste no se come el turrón” y todo el mundo sabe lo que pasa: que el entrenador será fulminantemente despedido tras recibir varias y públicas confirmaciones de confianza por parte del presidente. La vida es así de dura y el gobierno de Rajoy empieza a verse acosado por la calle y, lo que es peor, por sus mismos votantes de la derecha más ortodoxa, esos que confiaron –deberían hacérselo mirar – en que no subiría impuestos y que las aguas de las finanzas internacionales se volverían calmas y tranquilas por la mera presencia de la vara de Rajoy, moderna rencarnación de Moisés.
Rajoy es un naufrago a la deriva de los vientos europeos, los de la prima de riesgo y la madre que parió a la prima, de la ministra finlandesa que no se cree nada de lo que le cuentan y de las opiniones encontradas de esa jaula de grillos en la que se ha convertido su gobierno.
Lo de Montoro y Guindos compite con la pifia de la ministra de trabajo y sus jueguecitos informáticos con el mail y las burbujas mientras al titular de defensa le crecen filtraciones de los planes estratégicos con los que algunas empresas no están de acuerdo y otras se quieren colocar. Y todo eso, aderezado con la música del que es, probablemente, el peor ministros de la cosa de cultura desde Julito el breve, aquel que fue nombrado por confusión de Julios y que pasará a la historia pro cambiar, durante una año esperpéntico, el calendario escolar y hacer que los cursos empezaran en Enero y acabaran en diciembre, nunca sabremos por qué.
Rajoy va camino de ni comer él el turrón ni dejar que nadie se lo coma pues por quitar, este tío quiere quitarnos hasta las ganas de cachondeo y eso nunca, así que arriba los corazones y a montárnoslo pro fuera; a seguir empujando y luchando al margen de esta caterva de siniestros que quieren amargarnos la vida. ¡Ni de coña, vamos!
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