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jueves, 26 de julio de 2012

Rendición incondicional

Lo reconozco, me he rendido sin remisión y me declaro converso, he caído del caballo camino de Damasco y me reciclo con el fin de aprender a usar los diez punteros que me ha dado la naturaleza: me he hecho usuario de Apple. Desde que el PC entró en mi vida he ido aprendiendo, he evolucionado, he conseguido sobrevivir en un entorno hostil que me hace sudar tinta cada dos por tres en busca de la mejor forma de gestionar informaciones que suelen ser las mismas y cuya gestión se basa en preguntas que nada tienen que ver con mi vocabulario habitual. Para salvar los contactos de mi agenda he tenido que hacer cosas raras como separar campos con comas o dos puntos y tareas aún más complicadas que han acabado dando de alta en un programa más de diez mil campos correspondientes a una pequeña lista de unos cincuenta clientes. Cosas de los programas que se vuelven locos en el entorno de Microsoft. Bien aleccionado he llegado a la máxima perversión intelectual, la que implica pensar en función de lo que la máquina podrá o no podrá hacer en lugar de exigirle que haga lo que a mi me de la gana. Y a los cincuenta y cuatro de mi edad mi vida se encuentra con aquella chica a la que el prota de la peli le pregunta: "¿donde estabas tú el resto de mi vida?". Pues vivía en un universo paralelo, el universo de los estudios creativos y en manos de gente que nos miraba con compasión cuando contábamos nuestras peleas informáticas. Siempre colocamos a los MAC en el terreno del diseño y de la edición, la maquetación y las artes gráficas y de repente una secuencia de explosiones sociales inunda nuestra vida de IPODS que relegó a los otros dispositivos a las estanterías de los museos; el IPhone, que lo cambió todo y que obligó a todos especialistas de ese nicho a pensar de una manera completamente distinta y, una vez más, a contrapelo y el IPad, mi tentación y primer amor en esa casa. Hace dos semanas que el IPad forma parte de mi trabajo y hoy ha llegado el IPhone después de llevar años justificando mi resistencia y pensando que al fin y al cabo, ya todos hacen lo mismo y ....UNA LECHE, Bergareche. Lo que hace Apple es trabajar para que tu no trabajes, que cuando empieces a usar el IPhone, sin hacer nada, todo se realice por si sólo, que no tengas que pedir ayuda a nadie y que la primera vez que usas el programa de internet, tus favoritos te estén esperando para que tu satisfacción sea completa. Son productos caros, si, incluso muy caros, pero rezuman una calidad casi orgánica que hace que actuar en y sobre ellos sea algo físicamente agradable. Y anuncio, me espera el IMac a la vuelta de la esquina, que como simple pieza decorativa ya es la bomba y como máquina..... Ya os lo contaré.

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