La amenaza de la Sharía en el mundo
Si ayer hablaba de la esclavitud ignominiosa de la mujer en buena parte de este planeta, hoy la prensa me despabila con los datos de una encuesta a la que respondieron más de 38.000 musulmanes y que centraba el tiro en una idea muy concreta ¿Debe la Sharia gobernar la sociedad civil? ¿Debe regir, también, para los no musulmanes?
Los resultados son, simplemente, espeluznantes y dejando a un lado la enorme correlación entre pobreza, incultura y nivel de aceptación, sorprenden muchos datos que pueden poner los pelos como escarpias al más curtido de los observadores y eso que han tenido el detalle de no preguntar a los musulmanes del Reino Unido, Francia, España etc, que entonces la cosa tomaría, seguro, proporciones de esperpento.
Es posible que algunos piensen que eso es algo asumible o incluso que tales posturas merecen respeto y eso es algo que me preocupa enormemente. La religión como norma de la sociedad es una aberración, sea esa norma la sharía o cualquier otra que quiera considerarse. Pero es que la realidad de lo que está pasando es mucho peor de lo que los simples datos, como foto estática de la cosa, ponen de manifiesto.
Lo que realmente está pasando es que muchas sociedades están involucionando, muchos países están dando marcha atrás y quieren volver al medievo, a la gloria del Islam, a los tiempos de la guerra santa y lo malo es que lo están consiguiendo.
Basta mirar hacia Egipto, Argelia, Irán, Irak y tantos otros para ver que el modelo de Occidente ha fracasado y que lo enseñado no ha seducido, que prefieren el oscuro reino del terror que propone esta ley bestialmente machista e inclemente propia de los primeros tiempos de la mesopotamia de Hammurabi y su “evolucionado” código.
Personalmente, creo que el Islam es enemigo de cualquier forma evolucionada de convivencia, que es un enemigo declarado de la sociedad Occidental y que Europa alimenta a la bestia cargada de buenismo inane ante el avance de estos talibanes del absurdo.
La religión no tiene espacio en la vid pública, sólo tiene espacio en la vida privada siempre y cuando sus normas y principios no sean contrarios a la ley civil, único patrón de ordenación social en nuestras democracias. La religión no es una base sobre la que ordenar la vida pública desde que, por fortuna, Europa se libró de la dominación católica hace unos siglos.
Si ahora permitimos que estos animales descerebrados, fanáticos, crueles y machistas avancen en sus propios países y sometan a las mujeres y a los no musulmanes a su código salvaje, nos estaremos preparando la misma condena a nosotros mismos. Y si esto es ser facha, lo siento enormemente, pero a la religión, ni agua, en general y al Islam en particular.