España tiene una princesita tonta y modosita que no se ocupa de lo que pasa en su casita. Ella, pobre, no sabe nada de lo que ocupa al pueblo, de sus cotidianos afanes y de sus sudores, que ella habita el mundo de las princesas guapas que juegan con sus hijitos rubios y sanotes que se casarán con otras princesitas tontas y hacendosas.
La princesita de España se ha librado de una bien gorda porque como todos somos iguales ante la ley, una instancia superior le ha dicho aun juez que no sea malo y que no moleste a la princesita, que ella es buena y si algo malo pasó en sus casa y si el cochino dinero pasó por sus ausencias, ella no sabía nada y estaba ocupada jugando con muñecas encerradas en lejanos torreones.
La princista de España nos tiene a todos hasta más allá de los cigotillos del refocile y listos para tomar el palacio de invierno y comprobar si la ley de la gravedad sigue activa ala hora de hacer bajar cuchillas camino del tajo.
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