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jueves, 2 de mayo de 2013

Diplomacia de espadón


Añoranzas del absurdo en el PP

Hace tiempo que el PP perdió el paso y la pista de los sucesos de Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros muchos países de Sudamérica a los que trata exactamente como peor puede hacerse: desde la absurda creencia de una superioridad falsa, trasnochada, absurda y bastante racista. España, la leyenda que España creó sobre sus antiguas colonias sigue haciendo daño y lo que es peor: sigue manteniendo creyentes ciegos que prolongan el absurdo deseo de seguir mandando allí donde ya no se puede ni se debe mandar. (En realidad, jamás se debió mandar como se mandó ni gobernar como se gobernó, pero eso es otra historia.)
García Margallo se ha propuesto dejar rastro como un nuevo virrey frustrado llevando a sus idiotas marañones camino de Eldorado en una aventura caribeña contra Venezuela que acabarán pagando empresas y emigrantes españoles. Margallo patina cada vez que intenta bailar cumbias, tangos o salsas caribeñas en el deslizante terreno de la soberbia más pasada, nadie le traduce y piensa que el idioma es el mismo y lo que hace es lanzar discursos altivos y amenazantes desde planos  eternamente paralelos que nunca podrán entenderse.
La realidad de las relaciones de España con Suramérica es demasiado compleja para ser construida desde el ordeno y mando, algo que fastidia especialmente y que tiene mucha culpa de muchos errores. España ha buscado caminos con el PSOE y ha cerrado puertas con el PP de manera que ni uno, por no encontrarlos y otro, por no quererlos encontrar, han perdido distancia, afinidad, empatía, influencia y colaboración en lugar de encomendarse a la común tarea de llevar mensajes comunes a la CEE cerrando filas como correspondería a su historia, las relaciones de sus habitantes –no de sus gobiernos – y a su idioma.
Perdida esa baza, lo mejor que podría hacer la diplomacia de este cerril ministro es encomendarse a la común postura de la CEE y dejar de meter la pata a base de amenazas que a nada conducen.

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