El retroceso cavernario al que nos lleva el PP ha logrado que la famosa ley Wert equipare la religión a cualquier otra asignatura de carácter académico y Rouco -inefable, como siempre - se nos ha venido arriba feliz por haber logrado tamaño desastre intelectual y pedagógico.
Acostumbrados como estamos a que la Iglesia suelte imbecilidades de flaca sustancia como si fueran verdades universales, ellos se crecen y en ocasiones señaladas como la que vivimos ahora, nos regalan perlas que hay que tener en cuenta para rechazarlas de plano.
Para que nadie se piense que exagero: "Los profesores deben ser conscientes de que la enseñanza religiosa escolar ha de hacer presente en la escuela el saber científico, orgánico y estructurado de la fe, en igualdad académica con el resto de los demás saberes" La negrita es suya. Estos señores, tan intelectuales ellos, parecen no haberse enterado de los que la palabra ciencia significa, encierra y supone. La fe, esa creencia ciega en lo no demostrable, es radicalmente contraria a lo que la ciencia enseña y realiza. Para los no iniciados:
La ciencia (del latín scientĭa 'conocimiento') es el conjunto de conocimientos sistemáticamente estructurados, susceptibles de ser articulados unos con otros. La ciencia surge de la obtención del conocimiento mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, a partir de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio de un método científico. Para ser llamado científico, un método de investigación debe basarse en la empírica y en la medición, sujeto a los principios específicos de las pruebas de razonamiento.
El chiringuito de estos timadores se basa en, precisamente, en afirmaciones y axiomas indemostrables, no tiene nada que ver con la experimentación o con la validación rigurosa de las leyes o las hipótesis.
Señores obispos: servidor está hasta las narices de esa convención social que nos obliga a poner cara de póquer ante las idioteces que nos llegan de os ámbitos religiosos. Apelando a esa ciencia que tanto citan, demuestren que lo suyo es verdad aplicando la metodología a la que tanto nombran y entonces hablaremos. Mientras tanto, ni de coña, no lo acepto.
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