Dios los cría y ellos se juntan
Uno de los delirantes diálogos de Groucho Marx sentenciaba de forma tajante: “Estos son mis principios. Si no le gustan...¡Tengo otros!” Tan sagaz postura parece que ha encontrado seguidores en dos políticos españoles- aunque a uno le moleste la denominación, sigue siendo válida mientras no se demuestre lo contrario - que se dedican a jugar con los mutuos principios tocándose los mutuos atributos en el juego.
Ambos dos se lanzan frases lapidarias y maximalistas mientras buscan un apaño que a nadie deje contento pero que deje las cosas como están. Son truhanes, faroleros miserables que manipulan y especulan, el uno con la santa dignidad de la patria necesitada de reconocimiento y el otro con la rigurosidad de un gobierno legítimo que no cede ante las presiones.
Uno y otro dan asco, se arrastran queriendo hacernos ver que van de puntillas y con el mentón levantado de santa intransigencia, pero ambos tienen tantos principios coo el dinero permite comprar. Y al final, se entenderán porque son diferenciadamente iguales y sólo les interesa una cosa: mantenerse en el poder con el culo a salvo de las mareas del destino; ese destino cruel lleno de hemerotecas, personajes con memoria, ciudadanos indignados y correligionarios enemistados al verse traicionados, pero todo eso les da igual: ellos seguirán mandando, que es el único principio que no se toca. Ni de coña.
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