Los medios de este país se enfrentan a una situación de muy complicada salida. En teoría, gozan de todos los privilegios habituales en occidente porque su sacrosanta misión es informar al ciudadano con entera libertad y ejercer, de esa manera, un indirecto control sobre la acción de gobierno. Hasta tal punto es así que la Ley de Televisiones privadas otorgan las licencias para que las Televisiones realicen el “servicio público” que la Administración no puede ejercer por carecer de recursos.
Eso, en teoría, que en la práctica la pasta lo es todo y no hay nada más importante que pillar cacho como sea, aunque sea a costa de ética, profesión, dignidad o verdad. Un caso curioso es el de El Mundo, adalid de los valores periodísticos en la teoría y en la práctica, protector de personajes dudosos e incluso perversos y nocivos.
Uno de ellos, salvador Sostres, and perdido en el bosque de la provocación buscando la burrada más gorda que poder llevar a su columna para conseguir alborotar al personal, abotargado de estupideces, grandes hermanos y programas del hígado. No sería extraño que tras las vírgenes de inmaculados olores, la prohibición de las mujeres en los restaurantes de 5 estrellas y memeces semejantes, el personaje se declarara partidario de lo más odiado en este país, sea ello lo que sea.
La provocación que busca ventas tiene una vida corta y turbulenta, de manera que es mejor seguir sin atender estas estupideces y que ese tipo de prensa se diluya en el silencio
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