Pues eso, lo que diga El Roto
Si para algo han servido las elecciones catalanas ha sido
para demostrar “urbi et orbi” una realidad demostrada por la vía de los hechos:
Artur Mas es español, sin duda alguna. Hace falta tener genoma, raíces,
sustancia, naturaleza, cuajo, morro, afición y desempeño, todos genuinamente
españoles, para liar la que ha liado, perder lo que ha perdido, pifiar lo que ha pifiado y no dimitir de
forma irrevocable, rápida y automática como hubiera hecho cualquier político no
español sin dudar un segundo.
España marca y Artur Mas es la prueba viviente –veremos por
cuanto tiempo –de que son muchos siglos de historia compartida calando hasta
los tuétanos del quehacer político como para que todo se desvanezca de forma
inmediata o en pocos meses de algarabía. Artur Mas pasará a la historia como un
político intoxicado el 11 de Septiembre y vuelto a la cruda realidad con la
resaca del 25 de Noviembre. En esas pocas semanas, se ha pasado de la búsqueda
de la mayoría histórica, rotunda, definitiva y consagrada al líder único y
preclaro, a la mayoría histérica en busca de la formación de un gobierno
absurdo, hipotecado y maniatado sea cual sea el socio con el que debe compartir
cama y actividades oscuras en decúbito prono.
Sólo tenía la salida honrosa de la inmolación por la causa;
ese discurso fatuo que le hubiera colocado como víctima propiciatoria del
sacrificio personal en pro de la causa colectiva: muero yo para que nuestra causa
viva. Yo he sido el iniciador, el catalizador, el mesías que muere para salvar
a la patria catalana gracias a la independencia que yo no lograré. Como Moisés
a las puertas de la tierra prometida, Artur Mas podría haber escrito una última
página con dignidad y ha perdido la ocasión. Lo que le queda por delante es un
calvario en el que actuará, perdurará y morirá como un no muerto camino de la
sepultura.
La voz del pueblo lanza muchos mensajes encerrados en el
mismo y único sonido, así que esperemos que, en adelante, los políticos sepan
discernir que no es lo mismo una masa de manifestantes que un colectivo de
votantes unánimes. Artur Mas lo ha aprendido a costa de la sensatez, la convivencia
normalizada, el diálogo tranquilo, la negociación y la actuación política
propia de buenos familiares. Por mucho que le duela, toda su actuación, antes y
ahora, demuestra a voz en grito su plena españolidad y su potencial como hijo del Burgo de Osma o de Carrión de los Condes. ¡Que se le va a hacer!
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