Navegantes de sueños

Algunos se atreven a navegar sus sueños:

Suerte

El mar está esperando la llegada de sus amantes, veinte navegantes de sueños que mañana se entregarán a una orgía de esfuerzo, viento, agotamiento, peligro y entrega llamada Vendée Globe, la vuelta al mundo en solitario y sin escalas, la regata organizada para los navegantes de sueños.

Mañana, sobre la una de mediodía, esos navegantes, esos valientes que se atreven a enfrentarse a sus propios límites en los límites de lo posible se llevarán, embarcada con ellos, esa parte de  locura que todos les encomendamos con la esperanza de que crezca o desaparezca para siempre y nos deje calmados en nuestra normalidad.

El mar tiene una conexión mística con todos nosotros, una llamada que llega a través de estepas, desiertos y kilómetros de tierra con la misma fuerza, siempre igual, recordada, intensa, cercana como si estuviéramos en sus orillas. Y el mar enamora hasta la locura a determinados seres especiales cuyos fluidos sólo funcionan cabalgando las olas de sus propios sueños.

Sólo conozco de los rugientes 40 aquello que he podido leer y las pocas imágenes que llegan de las olas barriendo las cubiertas de las embarcaciones; he podido ver algunas fotos de los albatros ingrávidos sobre la espuma de las crestas y una parte de mi todavía sueña con la posibilidad de vivir esas sensaciones y diluirme en esas aguas feroces sin dejar más rastro que el mi propia felicidad como una estela difusa y efímera.

Mañana, una parte de mi soñará con esas velas y esas jarcias que tomarán vida en aguas de Francia con rumbo a la gloria, al esfuerzo y a unas vivencias que se reservan, sólo, a aquellos valientes que se atreven a navegar sus sueños.